Andrew Kemp: “Ser feliz hace bien a la salud… pero en su justa medida”

Andrew Kemp: “Ser feliz hace bien a la salud… pero en su justa medida”

Por Nora Bär
Entre la mente y el cuerpo hay una autopista de doble vía que va del cerebro al organismo y de éste al cerebro, de tal modo que lo que ocurre en uno de los dos afecta al otro. Esta afirmación que suena como un lugar común, la destilación del saber popular, es sin embargo motivo de un creciente interés entre los neurocientíficos, porque todavía se conoce poco de los mecanismos fisiológicos que explican este vínculo.
“Las personas tienen que saber que si están deprimidas eso no sólo ocurre en su cabeza, sino que de hecho eso puede tener efectos profundos en su cuerpo, afectar su bienestar y reducir sus años vividos en plenitud”, dice Andrew Kemp, joven investigador de la Universidad de Sidney y del Hospital de la Universidad de San Pablo, Brasil, donde reside desde hace 18 meses.
Kemp, que estuvo en Buenos Aires para participar del simposio internacional Emoción, Mente y Cerebro, organizado por el Instituto de Neurociencias Cognitivas (Ineco), se formó como psicólogo experimental y especialista en neuroimágenes, pero actualmente estudia un mecanismo neurofisiológico particular: la reducción de la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
“La variabilidad es un fenómeno natural. Aumenta cuando inspiramos y decrece cuando espiramos, y está muy influida por las emociones -explica-. Si estamos particularmente ansiosos, se reduce la variabilidad del ritmo cardíaco. Esta señal particular que puede detectarse con un electrocardiograma (ECG) también se vincula con un exceso de actividad proinflamatoria y niveles alterados de glucosa en ayunas, entre otros procesos que si no se tratan aumentan la morbilidad y la mortalidad. En Brasil estoy trabajando en un grupo de 15.000 personas, de entre 35 y 75 años, en los que quiero analizar la relación de esta variable con la enfermedad física y mental.”

-La influencia de la mente sobre el cuerpo es un tópico que se repite desde hace décadas. ¿Hay evidencias de que es real?
-Sí, pero lo que realmente llama la atención de las investigaciones es que son muy neurocéntricas. Incluso hoy, en el siglo XXI, me doy cuenta de que muchos investigadores no están interesados en lo que pasa en el cuerpo. Las emociones son el nexo entre nuestro estado actual y futuro. La forma en que las procesamos y las regulamos tiene efectos muy sustanciales. Hay una cantidad de mecanismos involucrados. Cuando estamos estresados, nuestra fisiología se desregula. Se ponen en marcha muchos mecanismos que pueden conducir a enfermedades físicas.

-¿Es una ruta de doble mano?
-Absolutamente. Y lo que es muy interesante es que, fijándonos en lo que ocurre en el cerebro, podemos entender mejor las herramientas básicas que hemos usado para mantener la salud durante milenios. Por ejemplo, la meditación.

-¿Es efectiva la meditación para preservar la salud?
-Para algunos individuos, ciertamente. Lo más interesante es que permite enfocarse en el presente y percibir nuestro estado mental actual, en lugar de rumiar sobre el pasado o angustiarse por lo que pasará en el futuro.

-¿Qué parámetros físicos afecta?
-De hecho, incide en varios. Yo mismo hice investigación en el impacto de la meditación y vi que aumenta la variabilidad del ritmo cardíaco, lo que tiene implicancias en la salud a largo plazo de un individuo, tanto física como mental.

-¿Usted la practica?
-Mmm… debería.

-Pero no tiene tiempo…
-Bueno, hice meditación en el pasado; ahora no me dedico mucho…

-¿No quiere vivir más?
-Es que mis investigaciones me apasionan (se ríe)…

-¿Qué enfermedades podemos vincular con las emociones?
-Hay todo un abanico.

-¿El cáncer?
-Ciertamente. Las emociones también están muy vinculadas con las cardiopatías. Estamos entendiendo cada vez más el importante papel de nuestras emociones en nuestro bienestar futuro, nuestra salud física y nuestra longevidad.Hay incluso una asociación entre distrés psicológico y mortalidad por todas las causas.

-Siempre relacionamos las emociones negativas con la enfermedad. Pero estar enamorado, por ejemplo, ¿tiene un efecto positivo o negativo en el organismo?
-Por supuesto, hay muchas diferencias individuales en la forma en que respondemos a las emociones, pero algunas investigaciones están explorando cómo la variabilidad de nuestro ritmo cardíaco, de nuevo, está vinculada con las emociones sociales. Y de hecho puede estar conectada con cómo nos relacionamos socialmente con los demás.

-¿Se puede decir que ser feliz es bueno para nuestro organismo?
-Eeee… Todo en su justa medida (se ríe) Lo que hoy creemos es que lo bueno no es tener más cantidad de emociones positivas, sino experimentar todas las emociones equilibradamente. Tener un mayor rango de emociones.

¿Lo mismo se aplica a los chicos?
-En Australia se están haciendo experiencias llevando la meditación a la escuela. Al parecer, sencillas técnicas como enseñarles a estar silenciosos y controlar su respiración, a estar atentos a lo que sucede dentro de ellos mismos en lugar de a lo que ocurre a su alrededor, podría evitar la sobremedicación.
LA NACION