El fantasma de Witold Gombrowicz vuelve a caminar por Buenos Aires

El fantasma de Witold Gombrowicz vuelve a caminar por Buenos Aires

Por Juan Pablo Cinelli

El mundo literario argentino del siglo XX encaja casi a la perfección dentro de aquella definición que Borges diera informalmente alguna vez acerca de la tradición literaria argentina, a la que consideraba una raza mestiza heredera de la literatura universal. La literatura nacional de ese período excede largamente lo producido por autores argentinos, categoría en la que se incluye a quienes, como Cortázar, les tocó nacer fortuitamente en otra parte, pero cuya sangre es de naturaleza indudablemente nativa. Queda claro entonces que una cosa es la literatura argentina del siglo XX, entendiendo esto como el conjunto de obras producidas por esos autores, y otra muy distinta el mundo literario que sirvió de caldo de cultivo ineludible para que estas obras al fin surgieran. Un ecosistema vastísimo que tanto incluye a extranjeros que escribieron lo mejor de su obra en el país; a argentinos que escribieron gran parte de su obra en el extranjero (Cortázar mismo) o directamente en otro idioma. Y también a extranjeros que sin haber escrito una sola palabra en español, de todas formas llegaron a constituirse en figuras fundamentales de uno de los universos literarios más ricos del siglo pasado.
Si no fuera así, ¿en donde metemos a Horacio Quiroga, uruguayo, sí, pero cuyo trabajo es muy difícil de obviar cuando se habla de la literatura producida a este lado del Río de la Plata? ¿A dónde ponemos a  J. Rodolfo Wilcock, poeta y narrador que escribió seis libros de poesía en español antes de mudarse a Italia, donde escribió el grueso de su obra en prosa en la lengua del Dante? Y, por fin, ¿qué tenemos que hacer con Witold Gombrowicz, ese polaco mítico que habiendo vivido 24 años en Buenos Aires sin escribir ni una sola página de su obra originalmente en castellano, de todas formas acabó por convertirse en uno de los personajes más influyentes dentro de constitución del panorama literario argentino de la época? Uno de los movimientos sutiles que se intuyen detrás del Primer Congreso Internacional Witold Gombrowicz, que se realizará a partir de mañana y hasta el próximo domingo en las instalaciones de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, es justamente un acto de sinceramiento, el intento definitivo de la literatura argentina para apoderarse de don Witold. Tal vez no de su obra, que como se ha dicho fue escrita por completo en su lengua nativa, pero sí de su figura; de los pasos con los que deambuló por las veredas porteñas durante casi un cuarto de siglo, seguido por un cortejo de fervientes discípulos que lo adoraban; de lo que su aura de influencia le ha dejado de vital a buena parte de las letras nacionales. Una tarea tan demorada y resistida como necesaria.
Buena muestra de ello representan la participación en el congreso de importantes nombres como los de los escritores Martín Kohan, Fernanda García Lao, Guillermo Martínez y María Rosa Lojo, junto al crítico teatral Jorge Dubatti y medio centenar de intelectuales de dieciséis países dispuestos a dar fe de la importancia e influencia de Gombrowicz y su obra en Polonia y en la Argentina. Es decir: en sus países. No por nada los organizadores eligieron que este primer Congreso Internacional Witold Gombrowicz en honor del escritor coincidiera con el 75 aniversario de su llegada al país.
El mismo estará centrado en la vida y obra del excéntrico y genial escritor, que vivió exiliado en Argentina desde 1939 hasta 1964, año en que regresó a Europa para consagrarse definitivamente. Allá recibió en 1967 el premio Formentor, el mismo que había catapultado a escala global a la figura y la obra de Jorge Luis Borges. Además de los expositores, quienes participarán de diversas charlas y conferencias, el Congreso Internacional Witold Gombrowicz incluirá un ciclo de teatro, una película propia (Forastero en todas partes, un documental que se presentará en carácter de película en construcción), visitas guiadas y una muestra con trabajos de cuarenta ilustradores que se inspiraron en sus textos y que va a estar montada en la Biblioteca Nacional durante los cuatro días de actividades. Una vez concluido el Congreso, la idea es reunir esas cuarenta imágenes en un libro de arte de calidad, ideal para fetichistas, coleccionistas y amantes del estilo juguetón, rebelde y provocador de Gombrowicz.
Entre los fundamentos que motivan este Congreso Gombrowicz, sus organizadores mencionan la necesidad de darle a la obra del escritor la “difusión, resonancia y reconocimiento que merece” y proponen este espacio “como una excusa para volver a pensar a Gombrowicz desde diferentes perspectivas”. Pero no se quedan en eso: este congreso pretende además “convertirse en un espacio de discusión” sobre la obra de Gombrowicz, “pero también de disfrute”. Porque si algo intentó aquel polaco travieso durante sus duros pero productivos años en la Argentina, fue transmitir la idea de que la literatura es arte, pero también juego.

FUENTE: TIEMPO ARGENTINO