Ausencia de estilo

Ausencia de estilo

Por Gonzalo Garaloces
Ya todos conocemos que en el fútbol la lógica no juega siempre el papel principal. Suele ser una obra de teatro que cuenta con una gran improvisación y que ocurren sorpresas como la de Costa Rica, o bien la eliminación de grandes potencias como Italia, Inglaterra y España. Sin embargo, cuando se entiende a qué se juega, qué propone un equipo, y rasgos que lo caracterizan, la lógica puede ser el protagonista del show. Algunos podrían decir que caeríamos entonces en un fútbol anunciado, cantado, que en parte sería cierto, pero disfrutar de un tipo de juego como el que demostró en estos últimos años el fútbol español y su selección, generó un contagio y que se produzca esta atractiva copa del mundo. Donde la mayoría de los países se preocuparon más por el arco rival, que en su propia defensa. Así y todo, en parece ser que ese contagio de volver a las fuentes, no volvió.
Entre equipos como Alemania, que últimamente muestran una claridad de juego sobresaliente, un Colombia sorpresivo y compacto en su fútbol y un Holanda contra golpeador letal, encontramos una selección Argentina carente de una propia identidad, que no es casual. Desde la gran desilusión del Mundial Japón-Corea 2002, donde se optó por una visión y propuesta europea, con los años el simpatizante argentino empezó a perder el encanto por ir alentar y ver a la albiceleste, y que dentro del campo de juego fue acompañado por una ausencia de estructuras y proyectos de selecciones juveniles con una decantación futura en la selección mayor y que de a poco ya se comienza a palpar en las citas mundialistas.
Las juveniles con respecto a la mayor juegan distintos esquemas tácticos, diferentes intentos de juegos, y ausencia de cierta característica de jugadores (centrales fuertes, laterales y volantes externos). No hay una adecuación en conjunto, dificultades que aparecen y se solucionan con parches improvisados, y un desinterés por fútbol argentino de buscar nuevas generaciones. Si algo caracterizo, fue el poderío de los sub-20, que luego comenzaban a aparecer en partidos de eliminatorias y copas del mundo, y de los últimos tres mundiales juveniles que se disputaron, Argentina, que siempre fue un gran exportador de materia prima, no pudo clasificarse en dos oportunidades. Se necesita de un proyecto integral, coordinadores de inferiores de los clubes junto a las autoridades de las selecciones nacionales, la búsqueda de cierto tipo de jugadores, de lo que se requiere y en donde en años anteriores eran tarea fácil.
A su vez, la aparición de uno de los mejores jugadores de la historia, como lo demuestra Lionel Messi, es una nueva ilusión para todos los argentinos y que a la vez oculta estas debilidades que nacieron en los últimos años. Un jugador que ya no tiene adjetivo adecuado para definirlo, Solo jugadores como él pueden decidir y cambiar la suerte de los rivales y hacerlos volver a sus casas. No obstante, contar con alguien diferente como lo es Messi, no parece ser suficiente y los mundiales 2006 y principalmente el 2010 fueron demostración de dicha hipótesis. Es por eso, que cuando se fijan objetivos, cuando se proponen metas, se necesita planificación, y adentro del campo de juego, un estilo de juego que nos identifique, que los identifique y los convenza a los propios jugadores y no sentirse incómodo, como también le ocurre a este Brasil sin un “10” clásico o ese delantero temible capaz de resolver una jugada inédita. Nada es casual, lo que nos marcó y nos hizo ser un potencial poderoso ante los demás, no se respeta, no se intenta retroalimentarse junto a la innovación del juego actual.
Capaz, por esas suertes del fútbol que no cuenta con una efectividad indiscutible de la lógica, el enano alrededor de chispazos de otras figuras del equipo argentino podrá seguir en este mundial hasta instancias finales y cumplir el gran sueño de volver a festejar en el obelisco, pese a la ausencia de un estilo que los haya identificado como campeón.