El papa Francisco hizo un enérgico llamado a la paz en su mensaje pascual

El papa Francisco hizo un enérgico llamado a la paz en su mensaje pascual

Por Elisabetta Piqué
En el segundo mensaje pascual de su pontificado y antes de impartir la tradicional bendición “urbi et orbi”, a la ciudad y al mundo, el papa Francisco hizo hoy un enérgico llamado a la paz en el mundo, en el que mencionó con especial énfasis a Venezuela, “para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia”. Además pidió por Siria, Ucrania, Irak y el conflicto palestino-israelí.
“Te pedimos por Siria: que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo. Te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos”, dijo.
Al dirigirse a la multitud presente en la Plaza de San Pedro y a los millones que desde todo el mundo lo seguían en directo por TV, Francisco explicó el significado de la resurrección de Cristo, la “buena noticia por excelencia”.
“Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo”, dijo. “El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte”, agregó.
En una jornada de sol radiante y cielo azul, por la mañana el Papa celebró la misa de Resurrección del Señor en una Plaza de San Pedro decorada para la ocasión con miles de flores donados por Holanda y colmada por cardenales, obispos, centenares de sacerdotes y fieles de todo el mundo, incluso varios argentinos con banderas. En la misa no hubo homilía porque el Papa, como estaba previsto, dio su mensaje pascual después, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. Antes, tuvo un enésimo baño de multitud al recorrer en papamóvil la Plaza para saludar velozmente los fieles, que lo aclamaron al grito de “¡Viva el Papa!”.
Desde el balcón central, el Papa volvió a subrayar que la “buena nueva” de Jesús no es sólo una palabra, sino “un testimonio de amor gratuito”. Y, en lo que se ha vuelto una característica de su pontificado, explicó que eso significa “salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido”. De hecho, recordó que “El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto”.
Acto seguido, pidió al Señor Resucitado ayudar a derrotar “el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices”. “Haznos capaces de proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono”, también exhortó.
Luego de orar asimismo por los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, “y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza”, recordó a los secuestrados. “Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo”, dijo.
Recordó también a “quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente su fe” e hizo un llamado para que “cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente”.
Pidió el fin de los enfrentamientos en la República Centroafricana, que se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Luego de recordar que este año la Pascua católica se celebra junto a las Iglesias cristianas orientales -de hecho durante la misa se oyó un cántico bizantino-, el Papa pidió iniciativas de paz en Ucrania, “para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del país”.
Finalmente, y antes de desear a todo el mundo “Feliz Pascua”, volvió a pedir paz para todos los pueblos de la tierra.
LA NACION