Dos yeguarizos, los primeros remates

Dos yeguarizos, los primeros remates

Por Roberto L. Elissalde
Es bien conocido que don Pedro de Mendoza trajo una buena cantidad de yeguarizos cuando vino a Buenos Aires, las capitulaciones lo obligaban a traer cien caballos y yeguas, aunque su número se redujo en unos cincuenta. Abandonados a su suerte después de la despoblación se multiplicaron por las pampas de gran modo, como lo asentaron crónicas de la época, entre las que podemos mencionar la carta de fray Juan de Rivadeneyra y los comentarios del tesorero Hernando de Montalvo.
En la escala de Río de Janeiro de la expedición de don Pedro de Mendoza ocurrió la primera tragedia, que algunos dijeron que era signo del mal presagio que habría de acompañar a la empresa. El asesinato a puñaladas y sin juicio previo del capitán Juan de Osorio, “por traidor y amotinador”. El finado dejó algunos bienes, que pasaron a la categoría de bienes de difuntos; entre ellos, dos caballos que había embarcado a su costa.
El 2 de abril de 1536, en la recién poblada Buenos Aires, se remató uno de los ejemplares de “pelo castaño”, que después de una puja le fue adjudicado a Jerónimo de Baena en 100 ducados. Para pagarlo entregó una cadena de oro, pero al momento cayó en la cuenta de que tan preciada alhaja era más importante que el equino y pidió a los oficiales reales anular la operación y que le devolvieran el bien entregado. Y accedieron dichos señores al pedido, por lo que nuestra primera subasta se frustró por echarse atrás el comprador.
Cuatro días después volvió a rematarse el animal, y lo compró Francisco de Paredes en la suma de 1000 ducados a abonar en el término de 10 meses; este sujeto estaba seguro de que quería hacerse del animal, aunque para que le concedieran ese plazo debió llevar como fiadores o garantes a seis individuos.
Don Juan Francisco de Aguirre, autor en 1778 de un interesante estudio sobre esa época, sostiene que el otro caballo, un “ruano”, le había sido prometido por Osorio a Francisco Dubrin. Para evitar entrar en pleitos que insumían tiempo y dinero, su hermano, el capitán Carlos Dubrin, ofreció 70 ducados por el yeguarizo, prometiendo abonarlo el 25 de octubre de 1536.

Otras ferias
Exposiciones ganaderas, la tradicional muestra palermitana, el Tattersall, una tradicional firma en pleno barrio norte de la ciudad a la que llegaban magníficos ejemplares de las más destacadas cabañas (hoy desaparecida), ferias de distintos puntos del país, fueron escenarios de muchas subastas. Pero bien vale recordar ese primer remate de yeguarizos en nuestra ciudad, del que han pasado apenas 476 años.
LA NACION