“Nuestros programas evitan muertes de niños”

“Nuestros programas evitan muertes de niños”

Por Chris Melzer
El fundador de Microsoft, Bill Gates, está considerado como el segundo hombre más rico del mundo. Buena parte de su dinero lo destina a la ayuda y al desarrollo. En entrevista con dpa, explica por qué lo hace y los beneficios que reporta a los necesitados.
–Los críticos dicen que la ayuda al desarrollo es perjudicial para los países receptores, porque dificulta el desarrollo de infraestructuras propias. ¿Comparte la crítica?
–Al igual que mi amigo Warren Buffett, decidí donar el dinero que afortunadamente poseo. Y ambos nos cuidamos de que ese dinero sirva para cambiar algo. Se trata de ayudar a quienes son realmente pobres, darles medicamentos y quizás también semillas. Y cualquiera que quiera puede comprobar los frutos de estas acciones. Mucha gente que antes era muy pobre están ahora en una situación mejor. Estos programas tienen un éxito increíble y son muy efectivos. Y no crean una dependencia. Pero por supuesto, hay que aplicarlos con prudencia.
–¿Es la ayuda al desarrollo realmente ayuda para el desarrollo?
–Nuestros programas evitan, por ejemplo, que los niños mueran por culpa de una simple enfermedad o de hambre. ¿Provoca esto una dependencia? No, nos ocupamos de que esos niños vayan a la escuela y aprendan a leer, para que después puedan sacar adelante al país. El objetivo es: ayudar a los más pobres, ocuparnos que de que ellos mismos saquen adelante a su país, que logren una base económica y puedan valerse por sí mismos. Miren por ejemplo a México o Brasil. Ambos fueron grandes países receptores, y ahora tienen una economía fuerte y luchan de forma efectiva contra la pobreza.
–¿Entonces no le parece que puede haber una dependencia a largo plazo?
–Cada año muere un millón de niños por malaria. Logramos evitar un tercio de esas muertes sencillamente comprando mosquiteros para las camas. ¿Provocamos así una dependencia? ¿Acaso debemos dejar morir a los niños? También intentamos ayudar con medicamentos, por ejemplo contra el sida o la diarrea.
–Pero parece que a menudo el dinero no llega a los pobres…
–Claro que a algunos les gusta informar sobre casos en los que utilizan mal esos fondos. Y claro que hay casos de esos, no quiero ponerlo en duda. Pero son casos aislados. Por lo general, el dinero ayuda muchísimo. También los gobiernos reconocen a nivel internacional el éxito de la ayuda al desarrollo. Europa sigue siendo el mayor donante, a pesar de los problemas ecnómicos. Reino Unido inclusó amplió su ayuda al desarrollo. Y aunque Estados Unidos, con 30 mil millones de dólares, sigue siendo el mayor país donante, la candidad conjunta destinada por Europa es considerablemente mayor.
–¿En qué punto se encuentran por ejemplo Rusia, China o India?
–Corea, por ejemplo, quiere destinar en el futuro el 0,5% de su producto interior bruto a la ayuda al desarrollo, lo que la situaría por encima de la media europea, del 0,4 por ciento. India todavía tiene muchos problemas en su propio territorio. Y no pasará mucho tiempo antes de que China se convierta en un importante donante, aunque por desgracia la ayuda al desarrollo de Pekín ha sido hasta ahora cualquier cosa menos transparente.
–En los últimos 30 años se lograron grandes éxitos en la lucha contra la pobreza, la mayor parte de ellos en Asia. Pero apenas hay movimiento en África, donde más esfuerzos se invierten.
–Eso no es exactamente así. Claro que China ha modificado mucho las estadísticas. Entre 1980 y 2000, el porcentaje de personas en extrema pobreza cayó en China del 60 al 10 por ciento. Es fantástico, ¿pero por qué lo lograron? ¡Porque utilizaron la ayuda al desarrollo! Lograron el mayor aumento de producción de su agricultura en la historia de la Humanidad. Corea es otro ejemplo. En los años ’70 todavía había desnutrición. Pero el Estado, con ayuda extranjera, invirtió mucho en educación. Ahora, Corea del Sur es una moderna nación industrial que contribuye con ayuda al desarrollo.
–¿Y África…?
–¡También en África aumentó la esperanza de vida de 41 a 57 años en las últimas décadas! Sin el sida sería incluso de 61 años, y sin la malaria y otras enfermedades sería de 70 años, una cifra de los países industrializados. En los próximos 20 años, todos los países africanos –salvo algunas excepciones– tendrán ingresos medios. Lo que ya funcionó en Corea, Vietnam y muchos países latinoamericanos, también funcionará en África. ¡Y ya funcionó en parte! Hace 20 años, Etiopía era el país más pobre de la Tierra. Hoy al país le va considerablemente bien. Ruanda es otro ejemplo. Hay guerras, hay conflictos, pero en África no todo es tan malo como pensamos a menudo.
LA NACION