El streaming y el futuro de la industria

El streaming y el futuro de la industria

El hábito de escuchar música en streaming está ganando terreno en todo el mundo, pero la industria musical, en plena crisis, no para de preguntarse: ¿será ésta la ocasión de recuperarse o bien el tiro de gracia?
Durante muchos años, la industria del disco ha estado esperando que las descargas compensen la caída de ventas de CD. Sin embargo, las bajadas de canciones se redujeron en volumen el año pasado en Estados Unidos, por primera vez desde la creación de iTunes, en 2003. Después de diez años de profunda crisis, la industria musical se está reestructurando en torno al streaming , que permite escuchar una canción sin bajarla, abonándose a un sitio web o pasando por un portal gratuito y financiado por la publicidad.
Según la prensa, Samsung estaría dispuesto a invertir en el sitio web francés de música en streaming Deezer. Su competidor francés de alta gama, Qobuz, por su lado, se implantó el pasado otoño en ocho países europeos. Y en Estados Unidos, los cofundadores de los auriculares Beats by Dre acaban de lanzar un servicio dedicado a las recomendaciones de piezas musicales. En Suecia, país pionero y patria de Spotify, el streaming ha espoleado las ventas de la industria de la música grabada, que creció por tercer año consecutivo (un 5% en 2013). Pero esta tendencia no se observa en otros países, como Francia. “Éste es un mercado que va a desarrollarse, porque se va a segmentar según la calidad del sonido, la recomendación, los gustos musicales, la categoría socioprofesional del público… Yo creo que el abono podría empezar muy abajo y subir mucho más que hoy día”, dice a la AFP el presidente de Qobuz, Yves Riesel.
El problema es que escuchar música en streaming le aporta a las discográficas mucho menos dinero que las descargas. Del lado de los artistas, entre ellos los grupos Radiohead y Pink Floyd, cada vez son más los que se quejan de los escasos beneficios de los músicos, en especial los debutantes, que no pueden contar con un nivel elevado de regalías. Este otoño boreal, ante las dimensiones de la polémica, Spotify desveló la cantidad que paga a los artistas por cada reproducción de su pieza: una media de 0,007 dólares, o 0,005 euros. “Si la gente se limita a escuchar canciones que ya conoce en los sitios web de streaming , no habrá dinero para financiar la creación. Tenemos la responsabilidad con los artistas y las discográficas de hacer descubrir nuevos artistas a nuestros usuarios”, argumentó recientemente el presidente de Deezer, Axel Dauchez. “El streaming está apenas al 5 por ciento de su potencial. Cuando haya alcanzado un volumen significativo de usuarios, los ingresos serán más importantes. No olvidemos que antes lo que había era piratería”, explica Eddy Maroun, presidente de Anghami. Para Yves Riesel, de Qobuz, “el futuro es una combinación de descargas y streaming”.
LA NACION