Consejos del referí para ejecutivos

Consejos del referí para ejecutivos

Por Pedro Ylarri
Odiados, criticados y vapuleados, artífices de derrotas ajenas, pero poderosos y decisivos. La vida del árbitro de fútbol, al menos en la Argentina, no parece fácil. Para salir victoriosos de su tarea, deben tener formación, decisión, temperamento, confianza en sus decisiones y respeto en el campo de juego. Cualquier similitud con ser empresario o ejecutivo de una compañía, no es simple coincidencia. Y, por eso, los consejos de los árbitros cuando se descalzan los botines cotizan también en la alfombra corporativa.
El ex árbitro internacional Horacio Elizondo es uno de ellos. En 2006, fue reconocido como Mejor Arbitro del Mundo, año en el que dirigió la final del Mundial de Alemania. Hoy retirado de las canchas, es ‘formador de formadores’ en el departamento de Desarrollo Arbitral de la FIFA y es escuchado en los ambientes corporativos y de consultoría. A pedido de Management, traslada su experiencia para dar consejos para CEOs y empresarios.
Su primera lección tiene que ver con la confianza, lo que comprobó dentro de la cancha, en su relación con los jueces de línea y el cuarto árbitro: “Es clave armar un equipo de trabajo en base a la confianza, para poder tomar decisiones con información”. Contar con información certera es clave en todo momento, destaca el árbitro.
En funciones de liderazgo, el referí da cuenta que, quien administra el juego, aún sin tocar la pelota, debe encontrar el “posicionamiento correcto” para observar y tomar decisiones. El árbitro, al igual que un alto directivo empresarial, “debe seguir de muy cerca la jugada, administrando su correcta ubicación”. Sin embargo, aclara que eso no significa que el CEO/árbitro deba interrumpir o bloquear la creación de juego/negocio. La función, en cambio, es “hacer que el juego luya”, añade.
Otro punto en el que Elizondo se detiene es en la armonía interior: “Uno tiene que liderarse a sí mismo” antes de intentar hacerlo con los demás. Además, destaca que uno tiene que “prepararse emocionalmente para tomar decisiones en escenarios adversos”. Esto puede ser el tener que recibir, en simultáneo, el grito de miles de hinchas, insultándolo a uno y a su familia por una supuesta falta cobrada o eludida. En este sentido, añade que hay que “entender el juego antes de que comience a rodar la pelota y sus players agudizando la capacidad de análisis”.

La escuela ‘mano dura’
Otro árbitro que incursionó en el escenario público y ha participado en conferencias sobre gestión empresaria es Javier Castrilli, recordado por no tener pruritos para sacar la tarjeta roja a hasta cuatro jugadores en un mismo partido. El 10 de mayo de 1992 se ganó el apodo de ‘Sheriff’, cuando, durante un partido de River en el Monumental, expulsó a tres jugadores locales en una misma jugada; luego al técnico, Daniel Passarella, en el entretiempo; y finalmente, a otro riverplatense en el segundo tiempo.
Su postura se repitió en las charlas e incluso en circunstancias de su carrera política: “Las reglas se hacen para cumplirlas. Y nuestro trabajo es hacerlas cumplir”, dijo en una entrevista. En un evento economico en una universidad al que fue invitado, comenzó, antes de saludar a la audiencia, con su tan repetida frase a los medios: “El reglamento hay que aplicarlo, siempre”. A fines de los años ‘90, una encuesta preguntó sobre quién representa mejor la Justicia en Argentina. Javier Castrilli obtuvo el primer lugar, duplicando los votos del segundo.
Su consejo para CEOs, va en el mismo sentido: “Cumplir las reglas es importante, pero más lo es explicitarlas, tenerlas presente y saber por qué y para qué están. No es el castigo el objetivo, sino el respeto hacia los demás” expresó, en relación a los que sí se preocupan en cumplir las reglas, dentro de una organización.

Transferencia
En la consultora Auren, entre otras, la voz de los árbitros suelen tener lugar en desayunos de trabajo. “El referí de fútbol tiene un rol fundamental de gestión directiva dentro de un campo de juego, en el que busca alcanzar el más alto estándar de ‘calidad reglamentaria’ del espectáculo deportivo que está dirigiendo”.
Entre los puntos que siguen, se mencionan su capacidad de combinar el “poder generativo del lenguaje” (palabra), el poder evaluativo/interpretativo de su mirada (visión) y el poder sugestivo de su oído (escucha). Las tres habilidades se conjugan atravesadas por el lenguaje corporal y gestual, ya que deben “poseer la capacidad de leer la expresión verbal y no verbal en el campo de juego”, dicen en Auren.
EL CRONISTA