Sin Jobs ni Guardiola, Apple y el Barca frente al mismo desafío

Sin Jobs ni Guardiola, Apple y el Barca frente al mismo desafío

Leandro Zanoni
El presente del Barca y el de Apple se parecen. Ganaron todo en los últimos años. Se cansaron del éxito. Pulverizaron a sus rivales, cosecharon elogios de toda la prensa, ganaron mucho (¡mucho!) dinero, cautivaron a sus fans y lograron expandir sus fronteras para conquistar otros mercados. Tanto Apple como el Barcelona entraron en la historia grande de sus industrias.
Durante estos años de inusual éxito, la empresa creadora del iPhone y el equipo de fútbol catalán fueron conducidos por personas que ya no están al frente. Steve Jobs murió en octubre de 2011 a los 56 años. Y Pep Guardiola hace ya casi un año que abandonó al Barca. Su próximo destino será Alemania, conduciendo al Bayern Munich.
Ambos compartían, además de la calvicie, algunas claves de su éxito: la obsesión por el trabajo y los detalles, la concentración en los objetivos planteados, perseguir la excelencia y la gran persistencia para llevar adelante sus ideas. Fueron muy exigentes. Jobs con el diseño y la usabilidad de sus productos. Pep con las tácticas y el esfuerzo del jugador para con el grupo. Los dos hicieron un culto del bajo perfil y jamás expusieron a su familia.
También manejaron con maestría el difícil arte de la persuasión. Con un estilo claro y directo, siempre convencieron a los demás. Se asemejan en respetar a rajatabla sus intuiciones y doblegar las opiniones en contra para lograr lo que se proponen.
Cuando Pep asumió, en junio de 2008, casi el 70% de los hinchas culé consideraba que no era el adecuado por su inexperiencia al frente de un plantel. Pero Guardiola dio vuelta el club. Cambió la manera de trabajar, el lugar de entrenamiento y la táctica del equipo. Dejó afuera del plantel a grandes jugadores como Ronaldinho y Eto´o, cambió de puesto a Messi, le dijo a los medios que no daría notas individuales y sólo hablaría en conferencias de prensa. En apenas cuatro años, logró catorce títulos sobre diecinueve posibles. Entre ellos, dos Champions League y dos veces el Mundial de Clubes, que el Barca nunca había ganado. Rompió todos los records, humilló varias veces al Real Madrid y llevó al Barcelona a lo más alto del fútbol mundial con un juego exquisito. Para muchos, fue el mejor equipo de la historia. Pero mientras acumulaba elogios, premios, dinero y prestigio, Pep dijo chau. “Uno sabe cuándo algo se termina. Hay que irse, simplemente”, dijo hace unos días durante su visita a Buenos Aires.
Steve Jobs, casi siempre en contra de los demás, siguió su intuición a fines de los 70 para masificar el uso de las computadoras personales. En 1983 con la Macintosh nos obligó a usar el mouse y los íconos en pantalla y en 1997, tras su regreso a Apple, decretó el fin de la disquetera con la iMac. Después de las computadoras, cambió la historia de la música con el iPod (2001) y la de los celulares con la rotunda aparición del iPhone (2007) y sus aplicaciones. Hoy la App Store de iTunes está por llegar a las 50 mil millones de aplicaciones descargadas. Antes de morir, dijo que las PC tienen sus días contados y, de paso, con el iPad creo una nueva categoría: las tabletas. Jobs tuvo razón pero lo más importante fue que se propuso llevar adelante casi todo lo que imaginó.
Pero ahora, después de tantos éxitos y festejos, Apple y el Barca sufren la resaca obligada. Cada uno a su manera, se encuentran en la siempre incómoda etapa de transición. Nada grave, pero mientras lo viejo no termina de morir, lo nuevo no termina de nacer. Ahora el público y los medios examinan con lupa cada uno de sus movimientos. Los de siempre harán lo que mejor saben: esperar que caiga el árbol para hacer leña. Apple y el Barca pagarán sus errores a un precio mucho mayor que durante las épocas de gloria. El 1º de mayo, el equipo de Messi fue eliminado de la Champions League sufriendo siete goles en dos partidos. Y aunque acaba de ganar otra liga española, ya hay sentencia: “El Barcelona fue”.
Apple, mientras tanto, intenta surfear la era post Jobs. Tim Cook, el actual CEO, no la tiene fácil. Todavía le duele el tropiezo cuando quitó la aplicación Mapas de Google y obligó a millones de usuarios de iPhone a usar los suyos, que eran pésimos. “Con Jobs esto no hubiera pasado”, coincidieron los analistas. La empresa gana muchísimo dinero pero los medios se empecinan en destacar que desde el año pasado sus acciones bajaron más del 40 por ciento. Para sus rivales, Apple ya no es invencible. En un año y monedas, la coreana Samsung sorprendió y puso apuros al iPhone con los Galaxy. Primero con el SIII y ahora con el S4, con varias mejoras respecto al iPhone. Y empujados con la fuerza del Android, fabricado por Google, que ya se apropió de más del 50% del mercado de celulares.
Barcelona y Apple, cada uno en lo suyo, se encuentran frente al desafío más importante de su historia: seguir siendo exitosos después del éxito. Y sin sus líderes.
EL CRONISTA