Un partido que revive los peores recuerdos de la guerra

Un partido que revive los peores recuerdos de la guerra

Zvonimir Boban no pudo soportar la injusticia que estaba viendo. El policía no dejaba de apalear salvajemente a un hincha en el piso y no dudó ni siquiera un segundo. Se lanzó contra el agente y lo derribó con una patada propia de un karateca. El simpatizante de Dinamo aprovechó el desconcierto y escapó. El talentoso volante croata, que luego sería una estrella del fútbol mundial con Milan, apenas tenía 21 años, todavía no era conocido en el gran concierto internacional. La gente que estaba en la platea empezó a corear su nombre “¡Boban, Boban!”. Y hubo agresiones contra la policía, al grito de “¡asesinos, asesinos!”
Aquel 13 de mayo de 1990, el clásico yugoslavo entre Dinamo, de Zagreb (y de Croacia), frente Estrella Roja, de Belgrado (y de Serbia), terminó de caldear los ánimos. En el ambiente ya se percibía el clima de la guerra. Las dos parcialidades se cruzaron en el terreno de juego. La policía, en principio, no intervino, pero después empezó a reprimir a los croatas. El césped quedó sembrado de piedras y escombros. Hubo 300 heridos. La tensión étnica llegó a un punto límite.
Habían pasado apenas siete días de las elecciones multipartidistas en las que la Unión Democrática Croata logró el triunfo, favoreciendo la independencia. Pero el líder serbio Slobodan Milosevic estaba dispuesto a mantener el sistema comunista en toda Yugoslavia. Hoy, muchos recuerdan aquel fatídico partido como el primer chispazo, el que encendió la mecha de la guerra de los Balcanes.
Y casi 23 años después, Zagreb volverá a recibir un enfrentamiento entre croatas y serbios. Será el primer Croacia vs. Serbia de la historia, mañana, a las 14 (hora argentina), por el Grupo A de la eliminatoria europea para el Mundial. Y aunque la paz ya permitió otros encuentros, como los de 1999, cuando Croacia y la ex Yugoslavia jugaron un par de encuentros, muchos todavía perciben cierta tensión en este momento.
En las últimas semanas se promocionó al choque como el “partido de la década”, y ocupa las primeras planas de los diarios en ambos países. Las 34.000 entradas para acudir al Maksimir Stadium (el mismo en el que estalló aquel conflicto) se agotaron.
Para prevenir incidentes entre los seguidores, las federaciones de ambos países decidieron prohibir el desplazamiento de hinchas serbios a Zagreb, así como se impedirá que viajen los hinchas croatas a Belgrado para el partido de vuelta el próximo 6 de septiembre.
“El evento va más allá del deporte, es histórico, el primer partido entre las dos naciones desde su independencia”, declaró Robert Matteoni, un periodista croata, que indicó que es difícil olvidar la sangrienta guerra que marcó a la región entre 1991 y 1995 y en la que murieron 20.000 personas.
“Éste es mi partido más difícil… Se ha creado una gran tensión y la presión de los medios nunca fue más fuerte”, admitió el capitán croata Dario Srna.
El arquero serbio Vladimir Stojkovic también reconoció: “No será un partido normal. No sólo son puntos en juego… Hay una rivalidad, un prestigio, que va a significar mucho más para algunos seguidores que para nosotros”.
Es un partido de fútbol por las eliminatorias para Brasil 2014. Pero nadie puede pensar sólo en eso. No se puede olvidar la guerra. Como nadie puede borrar de su mente el choque que se dio en aquel partido entre Dinamo y Estrella Roja. Porque ambos equipos eran conocidos por el extremismo de sus seguidores. Los Delije (algo así como “tipos duros”) se convirtieron más adelante en el cuerpo de los paramilitares serbios que lucharon contra Croacia y Bosnia-Herzegovina. Los Bad Blue Boys de Dinamo, por su parte, fueron siempre defensores a ultranza de la independencia de Croacia.
“De la manera en la que lo vivimos, esto nunca será un acontecimiento deportivo puro”, asegura hoy Bobo, un miembro de los Bad Blue Boys, de 49 años.
Los sentimientos van y vienen 23 años después. “Ciertamente aquello marcó mi vida y mi carrera deportiva, fue como si madurase de la noche a la mañana”, declaró alguna vez Boban. La agresión del crack croata a la policía serbia fue tomada como un acto de heroísmo. Un gesto de lo que toda LA NACION debía hacer para conseguir la libertad.
Ese partido en 1990, para Dragan Dzajic, leyenda del fútbol serbio, cambió la mentalidad en la gente: “Por entonces no creía que pudiese estallar la guerra en Yugoslavia. Después del encuentro, todo el mundo tuvo en claro lo que ocurriría”.

Heridas que no terminan de cerrar
El partido entre Croacia y Serbia generó una gran preocupación en la UEFA desde el sorteo mismo de la eliminatoria mundialista. En febrero pasado, la entidad que controla el fútbol europeo amenazó con sancionar a ambos países si no se dedican a tomar acciones para detener la violencia en sus estadios.
El organismo europeo multó varias veces a ambas federaciones por el comportamiento racista y violento de sus seguidores más radicales.
La tensión entre croatas y serbios parece exaltarse en eventos deportivos. En 1995, cuando Yugoslavia fue campeón en el Eurobasket en Atenas, el equipo de Croacia fue tercero, pero tras recibir su medalla, abandonó el podio antes de la premiación del campeón.
En el tenis, los organizadores del Abierto de Australia debieron expulsar a varios simpatizantes de ambos países que provocaron incidentes. En 2007, unas 150 personas causaron violentos incidentes en el Melbourne Park. Apenas algunos ejemplos de una disputa sin fin.
LA NACION