Bajo el suelo del centro, vestigios de la ciudad del siglo XVII

Bajo el suelo del centro, vestigios de la ciudad del siglo XVII

Por Catalina Fairstein
¿Cómo era la vida doméstica porteña en los siglos XVII, XVIII y XIX? Dos importantes excavaciones arqueológicas en los barrios de San Telmo y San Nicolás permiten reconstruir ese pasado gracias a los que ya son los hallazgos más antiguos que hayan tenido lugar en la ciudad.
Una de las excavaciones se está realizando en el estacionamiento lindero al ex convento de Santa Catalina de Siena, en la esquina de la calle Reconquista y la avenida Córdoba, en el barrio de San Nicolás. La otra, en Bolívar al 300, terminó el año pasado y dejó varios objetos hallados que aún se encuentran en proceso de análisis. Entre ellos, fragmentos de lo que podrían ser cacerolas, ollas y platos de finales del siglo XVII. La importancia de los hallazgos es tal, que en esa zona ya comenzó la construcción del que será el primer hotel de temática arqueológica de la Argentina.
Patricia Frazzi, licenciada en conservación y restauración de bienes arqueológicos, se encuentra a cargo del análisis de las piezas encontradas en San Telmo. Entrevistada por LA NACION contó: “El material es cerámica del siglo XVII, de origen guaraní. Estimamos que es de color negro porque se usaba para cocinar. El color obedece al uso, ya que estuvo expuesta al fuego. Se la considera de origen hispano-indígena, y su utilización es previa a la loza industrial y a la mayólica producida por los españoles”.
La excavación es una de las más importantes en la historia reciente de la ciudad y dejó a los especialistas ante una serie de dudas que aún no saben cómo responder. Por ejemplo, se preguntan cómo llegó cerámica guaraní a la zona que actualmente ocupa el barrio de San Telmo.
Para Flavia Zozzi, la arqueóloga a cargo de la última etapa de excavación en esa zona, “hay dos posibilidades. Una es que hayan sido traídas de los alrededores del Delta, vía por la que se comercializaba con Brasil; la otra es que fueran producto de reducciones indígenas locales”.
Sin embargo, los especialistas coinciden en que no hay registros de fabricación de cerámica en la época colonial de Buenos Aires.
“El material comenzó a aparecer en los contrapisos y llegamos a tener pozos de hasta siete metros de profundidad -contó Zozzi-. Lo más profundo es lo que corresponde a los aljibes y pozos de basura.” En el mismo sitio se encontraron objetos de los siglos XVIII y XIX, como cerámicas y lozas.
Por otra parte, el inmueble tiene una rica historia. Fue construido en el siglo XIX, por la familia Juan de la Peña. Posteriormente, lo compró Martín Gregorio de Álzaga, quien se casó con Felicitas Guerrero, célebre por haber sido considerada “la mujer más bella de la Argentina” a mediados del siglo XIX. La muerte de los hijos del matrimonio habría sido la razón del suicidio de Álzaga. Felicitas murió a los 26 años (muy probablemente, asesinada por un pretendiente despechado), y las propiedades de las dos familias fueron heredadas por los Guerrero, quienes las vendieron a fines del siglo XIX.
En 1900, la galería del edificio albergó la primera filmación de cine local, y ocho años más tarde fue comprada por Max Glucksmann, pionero de este arte en la Argentina. En 2000, el predio fue adquirido por la firma que construye el hotel.

Nuevas excavaciones
En la playa de estacionamiento lindera al ex convento de Santa Catalina, en el barrio de San Nicolás, se están realizando nuevas excavaciones. Aunque el material hallado aún no se analizó, se estima que los objetos también datan del siglo XVII.
Daniel Schavelzon, director del Área de Arqueología Urbana de la Dirección General de Patrimonio de la Ciudad, estuvo a cargo de la excavación que se realizó en el mismo lugar durante 2001. En su opinión, el valor de la arqueología urbana es que “muestra la vida cotidiana, la historia no oficial. Principalmente se trabaja sobre lo que por entonces era la basura, lo que se tiraba”. Y agregó: “Lo que tratamos de rescatar es la vida doméstica. Con qué comían, cómo se comía, cómo se cocinaba y ese tipo de cosas. La vida de la casa de un señor cualquiera”.
Respecto de los lugares en los que se decide hacer una excavación arqueológica, Schavelzon explicó: “A veces avisan los constructores, antes de hacer una obra. También están los llamados rescates, que ocurren cuando un vecino dice que puede haber algo en determinada zona. En ese caso interviene el gobierno de la ciudad, que analiza lo que hay. En ese caso, allí puede abrirse la puerta para una gran investigación, como pasó en 2001 en el ex convento de Santa Catalina de Siena”.
La arqueología urbana es una práctica que en Buenos Aires tiene menos de veinte años de historia. Muchas veces es resistida, ya que se teme que las excavaciones demoren, o incluso detengan, construcciones. En este sentido, Frazzi destacó: “Los arquitectos que avisan de posibles hallazgos son muy pocos. La mayoría de las veces las alertas las dan los vecinos”. Para Schavelzon, “está claro que “nadie quiere paralizar el progreso de la ciudad. Los arqueólogos sólo buscamos un acuerdo que permita recuperar el patrimonio”.
LA NACION