Humor negro, violencia y sangre en el Suroeste

Humor negro, violencia y sangre en el Suroeste

Por Guillermo Zapiola
Comentando esta película de Quentin Tarantino, un blogger escribió hace poco: “Me pareció demasiado violenta y poco realista”. Casi de inmediato, otro navegante de la blogosfera tipeó: “Esta es tu primera película de Tarantino, ¿no?”.
Obviamente, ese comentario solamente puede hacerlo alguien que no tiene la menor idea de qué es el cine del buen Quentin. Casi todos los demás van a encontrar en Django desencadenado exactamente lo que esperaban: sangre, violencia, humor muy negro, diálogos inteligentes, un montón de referencias cinéfilas, buena música, libertad en el uso de la cámara y la combinación de recursos de narrativos de diversos géneros. Es decir, Tarantino esencial.
Por supuesto, no van a encontrar lo que hubiera deseado Spike Lee (y ese fue uno de sus motivos de enojo con el film): un cuadro realista de la crueldad del sistema esclavista en el Sur norteamericano antes de la Guerra de Secesión. De hecho, cualquier apariencia de realismo está tan lejos que la película ni siquiera la lastima. Los carteles pueden decir “Texas”, “Tennessee” o “Mississippi”, pero no hay que dejarse engañar. Donde estamos en realidad es en Tarantinolandia.
La película combina dos géneros desprestigiados (el “spaghetti western”, la “blaxploitation”), sublimándolos en un pasatiempo de gran nivel. Como corresponde, la historia es básica. Es la historia de Kill Bill y de Bastardos sin gloria. La balada que daba inicio al extraño western de Fritz Lang Encubridora (Rancho Notorious, 1952) la resumía en una frase: “the old, old story of hate, murder and revenge”.
Su mujer (Kerry Washington) es vendida a un cruel propietario de esclavos (DiCaprio), y el protagonista (Jamie Foxx) sale al rescate con la ayuda de un culto y verboso cazador de recompensas alemán (Christoph Waltz). En el camino, y entre bromas macabras y citas cinéfilas (las más obvias tienen que ver con el “spaghetti”, claro, y por eso está Franco Nero para dar su aprobación, pero otras van desde Más corazón que odio, 1956 de Ford a Mandingo de Richard Fleischer, y hasta a que un personaje se llame Leonide Moguy, como un director francés de segundo orden del siglo pasado que nadie recuerda) se acumulan todos los cadáveres que caben en la pantalla, la mayoría de ellos muertos en tiroteos coreografiados con la precisión de un ballet.
Tarantino sigue siendo un niño grande que fantasea con la sangre y la violencia, narra con el vigor y la solvencia de los viejos maestros, y escribe para sus actores (especialmente Waltz, que se roba sin esfuerzo el film, aunque hay que echarle también el ojo al esclavo servil encarnado por Samuel L. Jackson) un diálogo irónico y afilado. Admitámoslo: Washington tiene un papel más desangelado del que se merecía, DiCaprio está bien pero podría estar mejor, y el film se pasa un tanto de rosca en sus farsescos veinte minutos finales. “Peccata minuta”. El resultado es de todos modos enormemente disfrutable, a un nivel de placer culpable, retorcido y perverso.

Django desencadenado
Ficha: EEUU 2012. Título original: Django Unchained. Dirección y guión: Quentin Tarantino. Fotografía: Robert Richardson. Montaje: : Fred Raskin. Diseño de producción: J. Michael Riva. Producción: Reginald Hudlin, Pilar Savone, Stacey Sher. Intérpretes: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Kerry Washington, Samuel L. Jackson.
EL PAIS
Posteado por Mario Rozano en DE TURFE UM POUCO