La vejez y los caballos

La vejez y los caballos

Por Tanja Netscher
Los caballos comparten gran parte de su vida con los humanos, prestándoles uno o varios servicios a lo largo de su existencia, los cuales dependen del rol que sus propietarios les asignan. Caballo de trabajo, deportivo, de espectáculo, de terapia o simplemente compañero de paseo, el caballo es multifacético y su duración de vida depende en gran medida de la actividad que desarrolla y de los cuidados que ha recibido a lo largo de su recorrido.

Primeros signos de vejez
Los caballos empiezan a mostrar signos de vejez al alcanzar los 18 ó 20 años de edad. Los primeros síntomas de vejez varían en función de cada caballo, puesto que son únicos y existen diversos factores que influyen en el proceso de envejecimiento. Los síntomas incluyen la aparición de las canas (alrededor de los ojos y del hocico hasta cubrir gran parte de la cabeza y del cuello); el hundimiento de los saleros, el pandear del lomo, un adelgazamiento notable, problemas de dentadura, artrosis, pérdida de musculatura, entre otros. Algunos caballos siguen manteniendo excelentes capacidades deportivas aún a una edad avanzada, sin embargo el proceso del envejecimiento tiene por consecuencia la pérdida de la masa muscular y la disminución de la elasticidad de los tendones y de los ligamentos, indispensables para un buen desarrollo físico de los caballos. Para evitar alguna lesión, es primordial desarrollar un plan de trabajo progresivo que reduzca paulatinamente la intensidad y la duración de las sesiones de trabajo del caballo. Si el caballo presenta alguna enfermedad o discapacidad, es mejor suspender toda actividad. Al tomar la decisión de abandonar todo tipo de ejercicio, es preciso man¬tener al caballo ocupado con alguna actividad física ligera, tanto para pro¬longar su longevidad y su esperanza de vida como para conservar su buen estado físico y mental. De ser posible, proveer un espacio amplio en el cual esté acompañado de otros equinos; el caballo se deprime fácilmente y el aislamiento puede afectar su estado de ánimo e incrementar el riesgo de enfermedades.

El cuidado del caballo viejo
Es imprescindible la continuación de los cuidados básicos del caballo viejo, para observarlo y poder detectar alguna anomalía física o descubrir posibles lesiones. Limpiar regularmente los cascos permite mover suavemente las articulaciones del caballo y detectar alguna dolencia. Con la edad, el creci¬miento de los cascos disminuye, sin embargo se recomienda llevar a cabo una revisión periódica por parte de un herrero profesional (cada dos o cuatro meses) para verificar la condición general de los cascos y asegurar el mantenimiento de buenos aplomos.
Seguimiento veterinario
Es importante incorporar un segui¬miento veterinario mínimo, el cual incluya:

  • Un programa de desparasitación continuo, ya que sus defensas son menores y el caballo no puede defenderse de la misma forma contra los parásitos gastrointestinales. Como muchos caballos se encuentran en praderas con otros equinos, el riesgo de padecer de parásitos es mayor. Se recomienda desparasitar el caballo de ocho a cuatro veces al año, dependiendo de su salud general y de las condiciones del potrero.
  • Un programa de vacunación anual que comprenda las vacunas de tétanos e influenza, para disminuir los riesgos de alguna patología, la cual podría ser fatal.
  • Una revisión dental anual. Una de las principales causas de adelgazamiento en los caballos viejos proviene de una mala dentición, que impide la buena digestión de los alimentos y provoca fuertes dolores que pueden llevar a un problema de anemia, ya que el caballo evita ingerir alimentos.
  • La modificación y la adaptación de la dieta del caballo a sus nuevas necesidades alimenticias es indispensable debido a los cambios fisiológicos ligados al envejecimiento.

¿Dónde ubicar al caballo viejo?
En México, las opciones son limitadas, pero existen varias posibilidades para pensionar un caballo “viejo”. Se recomienda evitar los cambios bruscos que pueden afectar su estado anímico. La solución ideal es tener acceso a una pradera durante el día, donde puede convivir con otros caballos, y disponer de una caballeriza para la estancia nocturna. Una caballeriza de buen tamaño permite que el caballo se pueda recostar sin riesgos de atorarse. Proveer una “cama” abundante, con un material suave, minimiza la probabilidad de resbalarse. Puede suceder que el caballo no logre levantarse debido al debilitamiento de los miembros posteriores, es necesario entonces recurrir a medidas más drásticas.

Conclusión
Los caballos se utilizan cada vez menos para las labores del campo o las actividades mineras, y aunque las hazañas que desarrollan se han vuelto de carácter deportivo o recreativo, e implican una estrecha relación y colaboración con sus jinetes, pocos propietarios piensan en la vejez de sus compañeros equinos y un porcentaje reducido de equitadores decide quedarse con caballos viejos. El número de caballos que se beneficia de un buen seguimiento general y de cuidados permanentes hasta su muerte es escaso. A pesar de entregar su existencia al servicio del hombre, los caballos no reciben las atenciones que se merecen. Encontrar una opción viable y digna para la vejez de tus caballos es una forma de compensarlos y de regresarles el cariño, la entrega y el amor que te han proporcionado a lo largo de su existencia. Aunque la mejor manera de agradecer a tus compañeros equinos es poner a su disposición un espacio adecuado para que terminen sus días en paz.
REVISTA EQUINO