Carlos Felice en un interesante mano a mano con Pablo Falero

Carlos Felice en un interesante mano a mano con Pablo Falero

Carlos Felice – ¿Cuándo empezaste a correr y en qué hipódromo?

Pablo Falero – Yo empecé a correr cuando tenía 14 años en el Hipódromo Real San Carlos de Colonia. A la semana cumplía los 15 y perdí por hocico la primera carrera que se había organizado para aprendices debutantes. En Colonia corrí durante 5 años y ahí ya empecé a los dos años de ya estar corriendo en Colonia, a intercalar,  yendo a correr los caballos de Colonia a Maroñas. Me erradico después de haber ganado la carrera más importante de Colonia, como despedida, con un premio que se llamaba Agustín Malnero, que es la carrera de potrillos debutantes más importantes y que ahora dicho premio se llama Pablo Falero.  Yo me despedí ganando esa carrera que no la había ganado nunca durante esos 5 años que había corrido, y a los dos días me fui a Maroñas y me radiqué desde septiembre del 86.

Carlos Felice – A la Argentina venís de la mano del Stud El Tory, venías con expectativas, con momentos de desafíos para vos. ¿Cuáles fueron tus primeras experiencias?

Pablo Falero – Hubo una propuesta a los dos años de que me había radicado en Maroñas de venir a la Argentina y yo tomé una decisión bastante dura de no venir, porque creí que no estaba preparado para venir a la Argentina. Creo que fue una decisión muy acertada porque fueron dos años y medio más de experiencia en Maroñas que ayudaron mucho, a pesar de que cuando llegué a la Argentina me costó mucho la adaptación. En ese tiempo el caballo argentino y uruguayo estaban preparados muy diferentes. En Uruguay corría con freno y acá tenía que adaptarme al filete. Fueron unos primeros pasos muy duros. Tardé un mes y medio en ganar una carrera en Argentina. Después me gané la Copa del Plata, primero, y el Pellegrini, y ahí empieza a cambiar la historia.

Carlos Felice – ¿Cómo ves el turf en el interior del país?

Pablo Falero – Yo me inicié en el interior de Uruguay y hoy por hoy está pasando por lo mismo que en Argentina. Creo que Uruguay está comenzando a mirar por el interior. Dios quiera que Argentina también, que los máximos empiecen a ver por el interior. Pero creo que si miraran por el interior jerarquizarían más su Hipódromo. Hoy estamos corriendo carreras 6 años ganadores de una, caballos que hace 20 años en Palermo y San Isidro no existían y eran los más grandes. Esos caballos se volcaban al interior, y le darían mucho más vida a la gente, a profesionales, y haría que resurja el interior y daría más trabajo para todos. Podríamos dar un mejor espectáculo, juntándonos para enaltecer mucho más la actividad.

Carlos Felice – ¿Cuál fue el punto de inflexión en tu carrera profesional y que significó para vos?

Pablo Falero – Soy un jockey que corrí innumerables cantidad de carreras. El año anterior al accidentarme, en 1997 corrí más de 2 mil carreras. Había terminado sano y salvo y  me fui un mes de vacaciones. Cuando volví en febrero el 98, había vuelto a correr un viernes 6, llovió torrencialmente en San Isidro y no pudimos terminar de trabajar todos los caballos porque se cortó la cancha y volvimos el sábado 7 de febrero a trabajar, y estábamos parados hablando con Juan Carlos con un caballo que se llamaba Lexus. El caballo pegó la media vuelta y le puso las patas a Juan Carlos, y yo le digo al peón “sacalo” y cuando el peón le tira la rienda para sacarlo, se volvió íntegro, me despidió, yo pegué en el poste que aguanta  la baranda de la tercera para la cuarta, la división que ahora ya es de plásticos pero en ese entonces era de cemento, y el caballo vino con las cruces y me pegó en el pecho. Yo tuve dos golpes en las espalda y me fracture las vertebras cervicales. Lo peor es que cuando llego a la clínica y me hacen una radiografía del cuello para abajo y no vieron mis fracturas. Yo estuve once días con el cuello fracturado y no estaba enterado. Pasaron diez días y no pasaban los dolores. Le digo a mi mujer “vamos a la clínica porque yo no puedo seguir así, estoy muy dolorido” y ahí fui a ver a mi médico de cabecera de aquel tiempo, me hice una placa, me miró y me dijo “da gracias a Dios que estás vivo. Da gracias a Dios que estas parado y caminando”. Me dejó internado, al otro día vino el médico que me operó y estuve nueve horas en el quirófano.
Fueron 9 meses de recuperación y la gran vuelta. Fue la carrera más importante de mi vida. No va a haber otra que la iguale a esa. Tuve una suelta excelente en esa carrera, como muchas, tuve una yegua del Firmamento con Edgardo Gramática que se me apareó, me la hizo doblar toda la vuelta, la yegua calzaba para afuera y yo peleando como podía con mi izquierda para adentro, y cuando llegaron los 400 metros apareció una del Santa María con Paulé y me pasó de largo, aparecieron otras y la yegua quedó cuarta y me sacó como tres cuerpos. Con el poco oxígeno que traía arriba de la yegua por el falto estado de los 9 meses, yo le empecé a pegar y le empecé a pegar con el brazo derecho y con muy poca pierna y la yegua comenzó a reaccionar, y faltando nada alcanzó y yo cruceé el disco. No sabía si había ganado o no, pero  había ganado por medio pescuezo. Hoy me emociono y se me caen las lágrimas porque no hay nada que pueda igualar ese momento. Por eso siempre digo aunque ya esté muy probado, es todo, el caballo es todo.