Quinta esencia

Quinta esencia


Por Claudio Mauri
Lionel Messi es así, aunque no deje de asombrar, de conquistar a incrédulos y escépticos. Un fin de semana sin jugar le provoca abstinencia de fútbol y goles. Ayer reapareció en un cancha después del hat-trick de una semana atrás con la camiseta argentina en Suiza. Por una suspensión no pudo estar el sábado frente a Sporting Gijón. Pep Guardiola aprovechó para darle unos días de descanso al futbolista que quiere estar siempre, en todos los partidos, del primer al último minuto.
Fue como si se le hubieran acumulado las ganas de jugar, como si sintiera la obligación de hacer en 90 minutos lo que normalmente realiza en 180 o en 270. Sentía la urgencia de ponerse al día. Cualquier día en la vida de Messi puede convertirse en un acontecimiento histórico, en uno más de los que viene acumulando. A los 24 años, Messi decidió que el 7 de marzo de 2012 fuera un día para que su proeza personal también representara un hito en la competencia que le tocó en suerte: por primera vez hizo cinco goles en su carrera profesional, lo cual lo convierte en el único futbolista en alcanzar esa cifra en más de 50 años de un torneo que nació como Copa de Europa y en la década del 90 se transformó en Liga de Campeones. Messi excede los libros de fútbol para hacerse un lugar en el Guiness.
Messi es un encantador de serpientes que le quita visibilidad a otras cuestiones. Como que Barcelona, en el Camp Nou, vapuleó 7 a 1 a Bayer Leverkusen (el global fue un estratosférico 10-2) y se clasificó a los 4os de final por quinto año vez consecutivo.
Leo no sufrió ni un foul de unos rivales que en la ida, en Alemania, se pelearon por su camiseta, y en la revancha sólo lo vieron pasar, y algunos ni de cerca. Aunque parezca mentira, el arquero Leno retrasó un poco la hazaña de Messi. A los 11 minutos le tapó un mano a mano casi en el área chica. Ya no volvería a interponerse más en el festival del rosarino, que en el minuto 25 fijó el comienzo de su cosecha personal. El primer gol no sólo habla bien de Messi (toque alto por un costado a un arquero que se quedó manoteando el aire), sino que también exalta la capacidad de este equipo poco menos que irrepetible que es Barcelona. Porque el tanto nació después de un ataque profundo de Bayer. Barcelona recuperó la pelota con algún apuro en su área, pero en vez de hacer un largo despeje, recurso instintivo en el 90 por ciento de los equipos, salió jugando, rápido y con precisión. Cuando en el movimiento intervino el radar que Xavi posee para detectar siempre al compañero mejor ubicado, la asistencia partió limpia y certera al encuentro de la carrera de Messi.
El segundo fue uno de sus goles marca registrada: barrió de derecha a izquierda el frente de ataque, mientras los defensores iban quedando en el camino, hasta que se fabricó el hueco para despachar el zurdazo.
Guardiola siempre está a la búsqueda del contexto que más favorezca la evolución de Messi, que tiene una libertad absoluta en el campo. Es falso nueve, puede ser extremo, atacar por el callejón del 8 o del 10, bajar un poco para hacer de centrocampista. Al crack no hay que encasillarlo. Y menos estigmatizarlo con que sólo hace golazos de zurda. También la “pica” de derecha, como en el tercero. Tampoco es condescendiente con errores de defesnores y del arquero, como en el cuarto.
Quedaba poco más de media hora hasta el final, tiempo que para Messi fue más que suficiente para quealcanzara el récord que se veía venir de un momento a otro. Como si tal cosa, sacó otro zurdazo desde fuera del área, inalcanzable para el arquero. Para los que lo habían extrañado el fin de semana, el genio los compensó con los goles que tenía guardados.
LA NACION