Son leyenda

Son leyenda

A estas alturas, negarle a Barcelona el derecho a organizar sus fiestas antes de encarar sus retos deportivos sería algo cercano a una ofensa hacia su portentosa autoestima. Cuando los jugadores del mejor equipo del mundo se hicieron ver ayer en el aeropuerto catalán de El Prat, fue fácil pensar en la lógica confianza que tantos años de excelencia y triunfos sembraron en ellos: todos iban con una remera azul, con una inscripción festiva en japonés y un círculo rojo, alusivo a la bandera nipona.
Fuera del detalle, absoluta naturalidad en hombres curtidos en emociones y alegrías durante tanto tiempo. Después de que el avión de Japan Airlines los depositó en la terminal aérea de Barcelona tras un vuelo de 13 horas desde Tokio, se vio bajar por la escalerilla a los referentes formales del orgullo culé : el presidente Sandro Rosell, el técnico Pep Guardiola y el capitán Carles Puyol, que sostenía el trofeo del Mundial de Clubes envuelto en una bandera catalana. Los tres posaron para las fotos de bienvenida, mientras detrás de ellos descendían Lionel Messi y compañía. Todo transcurría como una rutina, y no por falta de sentimiento sino por costumbre. Los esperaba un recorrido en ómnibus hasta el Camp Nou, donde hubo despedidas hasta dentro de algunos días: como Pep licenció por vacaciones a un grupo de jugadores -además de la Pulga, Mascherano, Dani Alves, Alexis Sánchez, Maxwell, Keita y Adriano Correia, que se reintegrarán el 29 del actual y por lo tanto no estarán en el partido de pasado mañana frente a Hospitalet, por la vuelta de los 16avos de final de la Copa del Rey-, se imponían los buenos deseos navideños. La celebración oficial se hará cuando David Villa, que sufrió una fractura en Japón (ver aparte), esté en condiciones de participar de la fiesta.
Mientras a este grupo tan admirado lo envolvía el calor de su gente, el mundo seguía esforzándose para calibrar su extraordinaria dimensión histórica y para encontrar nuevas formas de calificarlo. Extremista como suele ser, la prensa brasileña orilló el lamento, la autocrítica y la admiración hacia el notable rival de Santos. “Baile”, tituló Folha de São Paulo. “Si el mundo esperó un duelo Messi-Neymar, no ocurrió… Neymar pasó menos de un minuto con la bola dominada. Aislado, vio a Messi decidir en cuatro minutos de pura clase… Messi jugó como sabe, hizo lo que el mundo espera de él en la final de un Mundial. Neymar no”, señaló Lance! “La decepción en los ojos de Neymar y la naturalidad con que Messi celebró otra conquista daban la idea de un enfrentamiento desproporcionado”, sentenció O Globo.
Desde la Argentina surgió una opinión muy calificada y muy clara sobre el valor de Barcelona y de Messi: la de Carlos Bianchi. En su columna para el sitio online de ESPN, el Virrey contó: “Hace unos días di una charla para una empresa, y en medio de la conferencia, un brasileño me preguntó a quién consideraba yo como el mejor futbolista de la historia, a Pelé o a Maradona. Y yo le contesté que con todo el respeto que me merecían los dos, en este momento veo a Messi superior a todos… La afirmación de que para ser el mejor de la historia primero tiene que salir campeón del mundo con su selección me parece muy banal”. La misma calificación utilizó para hablar del equipoblaugrana .
Casi como en otra cosa, Barcelona piensa lo que será de Guardiola más adelante. “Creo que su futuro no está condicionado por los éxitos. Esta directiva tiene el mérito de generar las condiciones para que los profesionales trabajen bien; si seguimos haciéndolo, estoy seguro de que Guardiola seguirá”, dijo ayer Carles Villarrubí, vicepresidente del club. Igual, da la impresión de que si el destino de Pep quedara librado a los resultados sería fácil predecirlo.
LA NACIÓN