Historia del movimiento obrero: Ideas sobre su ascenso y descenso (Parte II)

Historia del movimiento obrero: Ideas sobre su ascenso y descenso (Parte II)

Por Carlos Felice
El movimiento obrero argentino se dividía en la segunda década del siglo pasado en tres fracciones: la FORA -anarquista-, la CORA -integrada por sindicalistas y socialistas-, y los gremios autónomos que no adherían a ninguna de ambas. Sin embargo, la lucha común contra las leyes represivas impulsó, más tarde, a que ambas centrales se coordinaran en su accionar.
Con este fin se formó en 1912 un comité mixto, mediante el cual se mantuvieron en contacto. Repetición de posiciones conocidas evidenció para todos los partidarios de la unidad sindical que ésta solo podría realizarse dentro de los marcos de la FORA. El Congreso de la CORA celebrado en 1914 se transformó, con la asistencia de los sindicatos autónomos, en Congreso de Concertación.
Después de largos y complicados trámites éste resolvió, finalmente, recomendar a todos los gremios confederados y autónomos, el ingreso a la FORA. Admitía, como base de la integración, el Pacto de Solidaridad de 1904, y sugería que los defectos de la Central podrían ser corregidos en un próximo Congreso. Ese Congreso fue el verdadero escenario en donde se dirimió este nuevo intento de lograr la unidad sindical, pero sindicalistas socialistas indefinidos y anarquistas, eran una conjugación difícil de contemporizar, y nuevamente la orientación ideológica, revolucionaria y reaccionaria de estos últimos, naufragó todo intento de unión.
Las tendencias revolucionarias recibían, además, el fuerte impulso del triunfo del movimiento bolchevique en 1917. Los sucesos de Rusia demostraban que los sueños de los revolucionarios no eran utópicos, y que la clase obrera podía, mediante la insurrección armada, adueñarse del poder, destruir el sistema capitalista, y comenzar la construcción del socialismo. Ese optimismo que embargaba a los grupos revolucionarios impulsándolos a la acción, se traducía, en cambio, para las clases gobernantes, en un pánico que las incitaba a retomar medidas represivas De ese modo la coyuntura internacional multiplicaba las tensiones internas entre rebelión y represión.
A partir de las jornadas relatadas en la primera entrega (Semana Trágica y la Patagonia Rebelde), ocurridas en enero de 1919, la clase obrera debió soportar frecuentes embestidas por parte del gobierno y de las fuerzas de choque patronales.
En ese mismo año el gobierno proyectó una Ley de Trabajo, calificada por los trabajadores como ley mordaza. Frente a ella, la FORA sindicalista resolvió iniciar una campaña de oposición y logró detener el proyecto.
El accionar parapolicial y represivo de la Liga Patriótica Argentina, en combinación con la Asociación Nacional del Trabajo, resultó en una creciente indignación de los medios obreros que devino el 30 de mayo de 1921 en una HUELGA GENERAL que todos los gremios iniciaron espontáneamente, y que solo sería levantada siete días después, con la liberación de 180 afiliados a la Unión de Choferes, que habían sido arrestados en una Asamblea de Delegados.
Esos años de repetidos e infructuosos intentos de unificación sindical debido a las fuertes tendencias ideológicas que impregnaban a la clase obrera, fueron sin embargo un magnífico ejemplo de SOLIDARIDAD. Me refiero a lo que será motivo de una tercera entrega: la actitud combativa del movimiento y la clase trabajadora ante las injusticias cometidas contra el foguista Eusebio Mañasco en la Argentina, y contra Sacco y Vanzetti en los Estados Unidos. Dos claras nuestras de los mecanismos de una justicia que no era justicia.
Seguiremos refugiándonos en los textos de Sebastián Marota para poder explicar y arrojar algo de esclarecimiento, contenido o conocimiento, para comprender la trascendente importancia del Movimiento Sindical Argentino en la dignificación de los trabajadores, y en la consagración de sus derechos fundamentales: de asociación, de huelga, de gestionar contratos colectivos, y el derecho a la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de la población.
¡Hasta la tercera parte!

Parte I