Sentimientos antes de una Copa

Sentimientos antes de una Copa

Por Carlos Felice
Llevo tres años trabajando con nuestra organización en la realización de la Copa UTTA. Una carrera pensada en la alternancia que necesita el turf metropolitano para integrar la actividad turfística en un contexto nacional federal participativo. He peleado contra dogmas y prejuicios que me resultaban inexplicables, y que todavía lo son.
El prejuicio más común: lo que perseguimos. Ahí uno descubre la ignorancia desde la que se pregunta. Hace veinte años que venimos perdiendo Hipódromos, puestos de trabajo, compañeros, familias enteras. No es malicia, aunque a veces lo sea, es desconocimiento.
Por eso, cuando puedo dirigirme a la gente en estos eventos, visualizo una imagen de mi adolescencia, un domingo de carreras en Las Flores, en el que el paisano se ponía su pañuelo, sus batarazas nuevas y alpargatas, y se lucía en presentarse él y su pingo en resplandeciente estado. Y entonces miro al público y me digo: ahora estoy aquí y podemos reivindicar ESA idiosincrasia, esa cultura del caballo, ese peón, ese compañero sin trabajo, ese paisano, ese peoncito soñador, ESA barra feliz de su pingo. Y por eso les digo, queridos amigos del turf: tenemos que entender que el turf es una actividad económica, y que toda actividad económica necesita de un mercado interno.
Segundo: la alternancia. Necesitamos veinte Hipódromos funcionando y profesionalizados para ofrecer la alternativa del escenario interior.
Y por último, el verdadero simulcasting. No el del verso de aquellos que viven del slot, sino el simulcasting nuestro, propio, funcionando siete Hipódromos federales en un domingo, telemáticamente. Armo una reunión para el aficionado súper atractiva, dinámica y en transmisión del Norte al Sur del país.
Hago una pausa y miro a los interlocutores. Algunos aprueban, otras caras de poker, y en otros se ve que no quieren perder su statu quo. Lo malo es que ése hace perder empleos e Hipódromos.
Vuelvo a motivarme. Hemos hecho al esfuerzo con tanta pasión todos aquellos por los cuales pongo mi cara en el escenario, que me pregunto ahora sobre mí. Trabajo desde los 16 años en esto, he transcurrido gran parte de mi vida ligado a esta disciplina, perdí a mi madre, fui abogado, padre, después de lo vivido siempre me digo: “hay un después”. ¿Verán mi trabajo? Sinceramente ¿alguien apreciará su valor? ¿En alguien dejaré cierto legado? ¿Motivaré el cambio? ¿O se pierde todo, sin memoria, luego de lo discursivo, o el dia posterior al evento?
Soy optimista y creo en mis pares y en esta lucha, en esta emblemática Copa UTTA que comenzó a pelear contra molinos de viento y hoy es una marca, un estandarte sobre el que se encolumna el espíritu y el deseo de sobrevivir, de aguantar, de cambiar años de inacción, de esa Asociación de Hipódromos que tantos perjuicios causó y causa cerrando Hipódromos. Mendoza, Rafaela, Paraná, con sus agraviantes porcentajes que llevaban a lo inviable. Y entonces tomo fuerza y me atrevo y digo: “Señores, estamos en condiciones de disputar una competencia oficial con control de doping, con profesionalidad e idoneidad, con pólizas de seguros para los jockeys. Podemos mostrarlo. Denme la oportunidad.” Y así empezó a rodar lo que se conoce como Copa UTTA. Lo que es una reivindicación de nuestro turf e identidades regionales.
Me sonrío y sé que he dado todo lo que puedo. Con pasión, convicción y visión. Torna una enorme paz que me permite trasmitir y comunicarle a la gente el mensaje.