Pensando en mayo

Pensando en mayo

La globalización, fenómeno antiguo y omnipresente enancado en la telemática, redefine los conceptos de nuestra historia, aún aquellos que parecían petrificados, eternamente, en estampas y figuras, repletas de anacronismos y escarapelas, los coloca en perspectiva y nos permite apreciar una infinita gama de matices.
Efectivamente, en estos días y establecido el marco precedente, resulta inevitable pensar en la revolución de mayo, en nuestra Revolución de Mayo, fuera del marco de otros Mayos significantes en pasados recientes y actuales.
El Mayo Francés que bajo los adoquines de Saint Denis tenía la certeza de encontrar arena de playa -Ismael Serrano dixit- se fundió y confundió en bellas y poéticas consignas, en alianzas de ocasión que parecían eternas y que “casi” (no son ociosas las comillas) se lleva puesta la V República.
Los Indignados de la primavera madrileña, que con los títulos universitarios de sus jóvenes profesionales limpian los vidrios de los autos de la burguesía asustada que circula en los aledaños de la Puerta del Sol y que piensan una democracia instantánea sin contraindicaciones al ritmo de Twitter y Facebook, pletórica de objetivos que, de tan sustanciales, son de imposible logro en el “ya y ahora”.
Ambos mayos fueron/son síntomas para el sistema de que algo emite un cierto tufillo a bagre en la gélida corte de Dinamarca ambos, sin embargo, fueron/son expresiones del propio sistema. Formados en la ortodoxia, el canon y la escolástica, mayoriatariamente los jóvenes, advierten que los contenidos adquiridos y las promesas electorales no alcanzan para lograr mejorar el sistema democrático y ni que hablar de la felicidad o la seguridad a largo plazo y es entonces que la “democracia directa ya”, el “seamos realistas, exijamos lo imposible”, cambia la posibilidad cierta de modificar la realidad por un cúmulo de simpáticas consignas que el tiempo y el propio sistema que las generó se encarga de edulcorarlas y deglutirlas.
En cambio nuestro Mayo fue obra de abogados y militares, palabras como racionalidad, decisión, obediencia y revolución expresaban la voluntad de un cambio concreto en la colonia. Amparados en una argucia jurídico-legal (el rey de España no estaba reinando) nuestros héroes de mayo logran movilizar a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires que arropados en una pátetica ignorancia repetían para las futuras generaciones la melopea “El pueblo quiere saber de se trata”; cayendo rápidamente en la cuenta de la necesidad de una revolución con objetivos claros y precisos. Los arrebatos de Moreno, las sólidas argumentaciones de Castelli, las hábiles intrigas de Montegudo, la guapeza “apretadora” de “los chisperos” de French y Berutti, el silencio estructurado de Saavedra, hubieran sido absolutamente nada sin la tenacidad en la persecución de objetivos precisos y posibles.
Ya vendría un General, años después, a enseñarnos de tácticas y estrategias, ya entenderíamos con él, la importancia de las revoluciones que los pueblos realizan para acomodarse a la evolución. Ya entendemos la importancia revolucionaria de los objetivos pequeños perseguidos con tenacidad; de hombres comunes haciendo la tarea de titanes. Desde la Sierra Maestra hasta Margarita Belén, desde Chacabuco hasta San Lorenzo, la Patria Grande ese sueño necesario, aguarda mansamente el momento de retomar al camino.

Compañero Secretario de Organización e Interior, Rubén Rueda
Unión de Trabajadores del Turf y Afines