El Día Mundial de la Salud, y en el marco de la Exposición Hípica argentina por excelencia, asumió el nuevo Consejo Directivo 2011-2015 de OSPAT.

El Día Mundial de la Salud, y en el marco de la Exposición Hípica argentina por excelencia, asumió el nuevo Consejo Directivo 2011-2015 de OSPAT.

Carlos Felice

DISCURSO DE CARLOS FELICE, Presidente de OSPAT
Para mí realmente se encuentra hoy presente la familia de OSPAT. Todos los que contribuyen de alguna u otra manera diariamente a que se haya constituido un éxito. Lo puede reflejar lo que hoy ha sucedido. Hoy tuvimos una asamblea de la aprobación de memoria y balance del ejercicio 2010, con esta nueva Resolución de la autoridad de aplicación y la Superintendencia de Servicios de Salud (que es enviar una Junta de Sindicatura para ver cómo se desempeñan las autoridades sindicales respecto del tratamiento de algo tan importante como es, el ejercicio contable 2010). De la información obtenida podemos decir que la Obra Social hacia diciembre de 2010, cuenta con 260.074 mil beneficiarios, lo que hace que comienza mi quinto período gracias a mis compañeros dirigentes sindicales, con la enorme satisfacción de recordar que en 1995 solamente me habían quedado 300 afiliados.
Tan es así, como dicen Carlos Nosseti y Carlos Lucero -respecto de que los prestadores son una parte integral de la organización-, que hoy podemos decir que el 92.7 porcentualmente de los ingresos de OSPAT están destinado a la prestación de servicios médicos y tan solo el 4% alcanzamos de gasto administrativo, lo que significa que estamos muy por debajo de lo que implica los requerimientos de la legislación nacional.
Es decir, optimizamos el recurso, para que ese recurso llegue efectivamente a un derecho como es el derecho de la salud que tienen los trabajadores, y ese es el objetivo y la visión estratégica con que hemos encarado la organización filosóficamente.
También quiero decirles que esto no sería posible si no fuera por la calidad y la excelencia del recurso humano que me acompaña permanentemente, en la fidelidad de mis queridos compañeros sindicales, en el maravilloso equipo que integra la Obra Social y la Unión de Trabajadores del Turf, en los innumerables amigos que hoy tengo conmigo presentes aquí, en lo que significa en el quehacer cotidiano respecto de la búsqueda de ideales, a pesar de que se nos presenten desafíos y a veces no salgan las cosas como uno quiere. El reconocimiento a la figura del legendario don Juan Esteban Bianchi, a lo que implica el trabajador del turf en toda su esencia, un hombre de referencia cuando era aún un niño. Y muchos queridos amigos que hoy se encuentran aquí presentes que han permitidos que OSPAT tenga esta identidad luego de 13 años de permanente crecimiento. Está conmigo Oscar Yosa, que hace 2 años dejó la dirección ejecutiva para tratar de dedicarse un poco más a su vida personal, aunque todavía no le permito que lo haga del todo.
Gracias a Dios, cuento todavía con aquellas personas que comenzaron conmigo, Oscar Alem… tengo que mencionar a tantos que sería injusto no nombrarlos… está conmigo René Capilouto desde hace mucho tiempo acompañándome, Horacio Peón, que comenzó con nosotros en 1995, está conmigo cada una de la gente nueva que se ha incorporado y que siente como propia esta organización, y le pone el mayor tiempo de predisposición, el mayor compromiso, y para mí es un enorme placer trabajar con ustedes todos los días. Nos nutrimos de ustedes, me siento realmente orgulloso de que puedan a ser parte de la familia del turf y quiero aprovechar esta oportunidad porque son pocas las veces que los puedo reunir a todos y quiero hacer algo de discurso.
Voy a compartir con ustedes algunas conceptualizaciones que tengo respecto de los momentos que nos tocan vivir, y que tiene que ver con esa visión filosófica que implica, que representa, una organización sindical dentro de la seguridad social, dentro del subsistema de la seguridad social, qué momento particularmente estamos viviendo en un contexto político difícil, qué ocurre mediáticamente con la representación de los trabajadores que brindan salud y que pensemos, un trabajador, por el hecho de poseer trabajo, tiene acceso, y su familia tiene acceso a la salud, y me parece que es hora de que empecemos a discutir cuestiones que tienen que ver con respecto a una escala de valores.
Traje un poquito de apuntes para tratar de no perderme en esto que trata de ser una especie de ejercicio conjunto que me atrevo hacer por la confianza y el cariño que siento tener con ustedes.
Yo creo que el sindicalismo está viviendo momentos muy difíciles injustamente. En realidad yo no quiero conquistar ni mandar a nadie como dirigente sindical, no creo que ningún compañero lo quiera hacer. Yo creo que en realidad queremos ayudar a todos a hacer posible, creo que todos los que estamos aquí presente nos queremos ayudar entre nosotros, es parte de la esencia humana, parte de nosotros mismos. Queremos vivir para la felicidad del otro, no creo que ningún dirigente sindical quiera vivir para la desgracia de nadie. La vida puede ser, y de hecho lo es, libre y hermosa, pero hemos perdido el rumbo.
Me parece que en la última década hemos perdido el rumbo, y a nivel internacional, a nivel de lo que son los ciclos, a nivel de todo este avance tecnológico, la codicia ha envenenado nuestra alma. Yo creo que la codicia ha dividido el mundo con barricadas de odio y que por el contrario nos sumerge en desgracia.
Hemos desarrollado la velocidad, pero no hemos logrado acercarnos entre nosotros. La información de la desgracia de Japón llega de manera inmediata, pero todavía no puedo hablar con cada uno de ustedes, y nosotros con cada uno de nuestros hermanos que sufren injusticias o desgracias en nuestro país, en nuestro lugar de origen, en nuestro territorio y en nuestro trabajo.
Me preocupo por el Tsunami de Japón, y hay tantas cosas que no están bien, y lo siento por el pueblo japonés, pero hay tantas cosas que no están bien con nosotros. Yo creo que la maquinaria que nos da la abundancia nos deja con falta. Yo creo que nuestro conocimiento nos ha hecho sínicos, que pensamos demasiado y sentimos muy poco. Que más que maquinaria, que tanta innovación tecnológica, necesito humanidad, más que tanta inteligencia, necesito cortesía y bondad.
Sin estas cualidades la vida seguirá siendo violenta, y estamos acercándonos a perder cosas elementales que hacen a la dignidad del ser humano. Es verdad que hay descubrimientos fabulosos en los últimos 30 años. El avión y las redes sociales nos han acercado de manera maravillosa, nos han acercado mucho entre nosotros. Si pensamos la naturaleza misma de estos inventos claman por lo bueno que hay en el hombre y claman por la fraternidad universal y por la unión de las almas. Pero más que nunca existe el riesgo de la apatía. Yo creo que hay una creencia de que no hay nada que un hombre y una mujer puedan hacer en contra de múltiples males que nos aquejan. Contra la miseria, la ignorancia, contra la injusticia y la violencia. Sin embargo, mucho de los grandes avances de la humanidad se deben al esfuerzo de una sola persona.
Si vamos a América, nuestro continente, un joven explorador decidió conquistar las Indias. Una joven mujer quiso ser y reclamó al reinado de Francia. Con la revolución de la sal, un clérigo Hindú hizo una revolución por la paz. Un clérigo protestante hizo la contrarreforma. Un joven general extendió su imperio hasta la infinitud desde Macedonia. Pero esos esfuerzos, que parecen individuales, sin duda alguna que son esfuerzos que cambiaron al mundo y que en este contexto hoy nosotros también podemos cambiar el mundo.
Pocos cambiarán por sí mismos al mundo, pero estoy convencido de que en el rumbo de la historia cada uno de nosotros podemos empezar a cambiar una pequeña parte de los acontecimientos, y la suma de todos esos actos será la historia que escriba esta generación.
Yo creo que es en base a estos actos de valentía y esperanza cómo la historia humana queda escrita. Cada vez que un hombre lucha por un ideal, o cada vez que actúa para ayudar a otro, o se revela en contra de un sistema o una injusticia, está generando una pequeña ola de esperanza. Y millones de esas pequeñas olas cruzándose entre sí son capaces de derribar poderosos muros.
Para aquellos que están bien, también está el peligro de la complacencia. Es decir, podemos refugiarnos en el éxito económico y pensar que todo no puede ser cambiado, que nos podemos salvar individualmente. Esto no pasa con quienes están acá, quienes me acompañan permanentemente, y hoy están conmigo aquí, no es el papel que la historia nos ha asignado.
Hay un dicho popular chino, “ojala vivas tiempos difíciles”. Desde septiembre de 2009 nosotros estamos viviendo injustamente tiempos difíciles. Nos guste o no vivimos tiempos para mí interesantes, son tiempos de incertidumbre y peligro, pero también, repito, son los tiempos más abiertos a la creatividad humana que nunca antes en la historia, con la única recompensa de tener nuestra conciencia tranquila.
Salgamos entonces con esa conciencia tranquila a conducir los proyectos que amamos, pidiendo ayuda y bendición a Dios, pero conscientes de que nuestro trabajo aquí debe ser realizado por todos nosotros, y en tanto en la vida, los hombres estén dispuestos a dar la vida por la libertad. Es verdad que hay hombre que la desprecian, que la esclavizan, que nos dicen qué hacer, qué sentir y qué pensar. No nos sometamos a qué tenemos que decir, sentir, que hacer y a que pensar. Son hombres mitad hombres, mitad máquina, corazón de máquina.
No somos máquinas, no somos ganados, somos hombres. Y en vuestro corazón está la humanidad. No odiamos, ni vivimos para el odio. En los libros sagrados está escrito “El Reino de Dios está dentro del hombre”. No dice que está dentro de “un” hombre, no dice que está dentro de “un grupo” de hombres. Dice que está dentro de todos nosotros y nosotros tenemos el poder de crear felicidad. Y nosotros, y el pueblo, tienen el poder de hacer de esta vida, una vida libre y hermosa. Hacer una aventura maravillosa.
Entonces en nombre de esos ideales y esos valores, y desde nuestro pequeño sentido heroico de la vida, hemos tratado de construir una organización que esté al servicio del ejercicio de ese poder, del ejercicio de pelear por un mundo nuevo, un mundo decente, que le dé al hombre la oportunidad de trabajar, que le da a todos un futuro y a todas las edades, seguridad.
Luchemos para ser el hombre libre, para acabar con las barreras nacionales. Nosotros tenemos la posibilidad de hacerlo. Hemos demostrado que se puede hacer. Nosotros hemos pensado una organización de manera distinta, hemos pensado de una manera diferente y por eso, a veces, nos vemos sometidos a golpes.
Los golpes no nos someten si tenemos la convicción de llegar al objetivo que nos hemos fijado, pero por supuesto que existen esos golpes, y esos golpes, son los golpes de la vida. Pero si aguantas y estás convencido de que puedes llegar al objetivo, y demuestras valentía y coraje no puedes echarle la culpa ni a él, ni a ella, ni a nadie, de que no has alcanzado tu objetivo porque no te has atrevido.
No somos cobardes, nosotros queremos alcanzar ideales, ideales que signifiquen el compromiso como dirigentes sindicales en la construcción de una sociedad mejor.
Somos actores sociales, y somos orgullosamente, con el compañero Juan Carlos Pérez, el compañero Luis Alberto Leguiza, Guillermo Taborda y Elio de Martini, dirigentes gremiales. Nosotros peleamos por un mundo en que reina la razón, en un mundo en que la ciencia y el progreso conduzcan a la felicidad de todos los hombres. Nosotros peleamos por que el trabajador sea digno, y que en esa dignidad encuentre satisfacción y encuentre equidad y justicia para que su familia pueda alcanzar plenitud, pero también peleamos por aquellos que no tienen trabajo y reclamamos una igualdad de oportunidades, unión.
Unámonos, creo que es posible a través del reencuentro con estos valores esenciales. Que la construcción de una nueva sociedad es posible. Creo que ni la apatía ni las complacencias nos ayudan. Pero si nuestro compromiso demostrado en estos 15 años de acción, permite mostrar que pasamos de 300 personas a 260 mil personas, se dan cuenta que, de a poquito, se pueden lograr cosas distintas.
[Discurso del 7 de abril de 2011 de Carlos Felice, Presidente de OSPAT, en el Acto de Asunción de las nuevas autoridades de la Obra Social OSPAT]